Bajo tierra, a mitad de camino entre dos luces artificiales. E
l lugar donde se descomponen los cuerpos cuando el alma aún no se ha ido.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Mss. Marple...Qué pereza.

  Doce de la mañana, miércoles, estación de Ópera. Estas son las primeras indicaciones concretas y certeras que tengo de la estancia de mi mamá en el Metro. Después de meses deambulando por sus túneles sin un destino preciso, me siento rejuvenecer. Vuelvo a recoger mi pelo en una coleta alta.                                                                                
  Aún no sé si aquella fue la primera ocasión en la que mamá bajó allí, pero ya sé que hubo una vez.                       
  Cómo me arrepiento de no haber leído a Mss. Marple cuando mi madre me lo sugirió; estoy segura de que de haber sido así, este arqueo de ceja derecha que se eleva sobre mi frente no sería el resultado de un simple tic nervioso. Recuerdo que en su empeño hacia su lectura, mamá me dio tres pautas que hoy se vuelven sospechosamente útiles: 1. Un espacio cerrado: el Metro. 2. Un misterio por resolver: descubrir qué vio ahí abajo para que desde entonces mamá sólo sea capaz de repetir una y otra vez sin un orden preciso los nombres de las estaciones de las líneas del Metro de esta ciudad. 3. Una mujer soltera y conocedora de la naturaleza humana: que en este caso tendría que ser yo, pese a que aún no tengo la edad de la viejita sabelotodo, y me he pasado media vida encerrada en un lugar mucho más pequeño que un vagón (aunque esta es otra historia). Mi madre siempre empeñada en que fuera otra...Mss Marple...Qué pereza.
  Me doy cuenta de que me resulta difícil imaginar a mamá abandonando un espacio tan aristócratico como es el entorno de esta plaza, pero ya no sé si pese a las apariencias, en el fondo de su alma no reside una  mujer de servicio. Entro y respiro. Empiezo a pensar que con la misma precisión con la que combinó su ropa a juego con los complementos durante toda su vida, tambien fue dejándome  pistas a lo largo de mis treinta años para, llegado el momento, saber dónde encontrarla.  No sé si en realidad eso es lo que hacen todas las madres, dejar sus huellas, refranes, manías, vicios, desamores, proyectos, deseos y recuerdos con un único fin, el que cuando se hayan ido, los hijos sepamos dónde y cómo encontrarlas. Ahora que lo que resta de mi madre es tan solo su presencia, me empeño en recordar todas estas señas de identidad.
  Apenas me adentro en el interior de Ópera, reconozco el olor de la estación. Es distinto al de otras en las que he estado y estoy segura de que esto tiene un razón. Ópera huele a jabón de violeta, talco y agua.                                                                                      
  No sé qué camino tomar, me dejo llevar por la huella de mamá...me siento hipnotizada por la melodía de un violín hasta situarme en el centro del corredor en forma de cruz que separa dos andenes. Y de repente pienso en Cristo...-Dios mio, ayudame a separar el grano del trigo y, si ves que no puedes, al menos lobotiza cinco siglos de manipulación eclesiastica, que una cruz vuelva a ser el cruce de caminos en el que me encontré a Ralph Macchio. 
  Me coloco frente al músico, no en vano, su melodía es la misma que mamá tararea en la clínica mientras se baña, la misma que cantaba cuando regaba las flores...Me agacho a echar una moneda y espero a que termine, porque aunque me siento ridícula por todo lo que no soy, tengo una misión. Tal vez este músico sepa indicarme donde está la fuente, necesito lavarme las manos.


1 comentario:

  1. un misterio por resolver... una misión por cumplir... como la Alicia del logico-matematico Lewis Carroll el personaje del relato deambula bajo tierra: ¿buscándose a si misma? ¿tratando de enterarse que cual es su misión?... En realidad más que Alicia este personaje me recuerda Edipa Maas, la heroina de "The crying of Lot 49", esa hermosa y extraña novela que según Harold Bloom es una de las más grandes del siglo XX... sin la intervención de Bloom sospecho que muy pocos la hubieramos leído... Edipa Mass también tenía una misión que cumplir que va volviéndose difusa en el camino... veremos que ocurre en este relato... gracias por el buen momento

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